La vi por primera vez en una esquina de San Cristóbal, estaba ahí con una bicicleta, esperando vaya a saber que casualidad, que llamado del cielo. Me acerqué, le pregunté si era suya la bici, ella me contestó que sí, le pregunté qué estaba esperando y ella respondió que a una amiga, que iban a dar una vuelta en las afueras. Le pedí el teléfono, ella pronunció número por número. Llegó la amiga, se fueron. Le grité cual era su nombre, ella me gritó de vuelta que Liz. Hace poco, recibí este poema de su pluma:
J.F.
Por Liz
Espejo, espejo, espejo
Suena el teléfono
No, no es él
¿Y si fuera?
Pero no lo es
No atendí,
sonó
Y no atendí
Llenar el hueco
Inundación
Todo se disuelve así
El pensar,
el sueño,
el caminar en la ciudad.
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